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La educación de los niños, para Makárenko, es la tarea más importante de nuestra vida. Ellos serán los forjadores de la historia. Son los futuros padres y madres y serán a su vez los educadores de sus hijos. Todos debieran empeñarse en que se transformen en excelentes ciudadanos, en buenos padres. Ellos encarnan también la esperanza de nuestra vejez. Una educación correcta deparará una vejez feliz.
Sostiene que la educación del niño debe ser correcta desde la iniciación, para que más tarde no sea necesario reeducar, lo que es más difícil. Se debe tener siempre presente que el niño no es solamente un motivo de alegría para los padres sino que es el futuro ciudadano, lo que comporta una responsabilidad ante el país. Afirmaba que es un error pensar que la educación exige mucho tiempo, es necesario saber guiar al niño y no ponerlo al margen de la vida real.
Lo principal de la labor educativa consiste en la organización de la vida familiar teniendo en cuenta todos los detalles.
La educación infantil comienza en la edad en que ninguna demostración lógica ni alegato de derecho son posibles. El sentido mismo de la autoridad consiste justamente en que no exige demostraciones, en que se acepta como una dignidad indudable del mayor, cuyo valor y gravitación se imponen espontáneamente al espíritu.
Con respecto a la autoridad paterna en la educación del niño, Makárenko plantea: La autoridad es indispensable en la familia.
Es necesario distinguir la autoridad verdadera de la falsa, basada en principios artificiosos y tendientes a crear la obediencia con cualquier medio.
La autoridad real se funda en la actividad cívica del padre, en su sentimiento cívico, en su conocimiento de la vida del niño, en la asistencia que le presta y en la responsabilidad por su educación.Con respecto a la disciplina Makárenko decía: La disciplina y el régimen son dos cosas distintas. La primera es el resultado de la educación, la segunda es un medio para realizarla. Por eso el carácter del régimen varía en relación con las circunstancias y debe ser preciso, exacto, concordante con los objetivos que se persiguen. Abarca tanto la vida externa de la familia como la interna.