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Guillermo Assenza Parisi restituye en su poemario Con todo el sentimiento, la sonoridad, la música y las vibraciones del alma del suburbio. Cadencias henchidas de recuerdos personales atraviesan la memoria colectiva del barrio Entre Vías, barrio en el que el poeta se templó desde la infancia al abrigo del grito contra la injusticia, con su voz y su oído al paso de las luchas barriales y políticas. Construye una sentida evocación homenajeando la vida, la simple vida, la enorme vida de mujeres y hombres surcando sus amores, sus pasiones, sus batallas diarias a los márgenes de la gran ciudad, los bordes de Isla Maciel y el puerto de Dock Sud. Despliega personajes en sepia devueltos a la consagración de utópicos, bohemios y laburantes, generosos en los avatares de ganar sobrevivencia a la escasez de todo. “Después de hacer historia, de trabajo y lucha, tambero, jornalero, mecánico, dulcemente albañil, constructor” dice el poema “Imagen de tiempo”, en el que podemos identificar crónicas de nosotros mismos y tantos semejantes. "Con este carro cachuzo se gana el mango Boruzo”, que imaginamos tirado por percherones escuálidos transitando las calles de tierra de un mundo que los nostálgicos pueden palpar en la imagen del poeta y hasta adelantar un fraseo desde las zonas del alma. El espíritu de su gran amigo “El Anguila” aún espera “el sábado a las cinco” para dar el gran batacazo con la pelota y desparramar el abrazo “simulando un gesto huraño”. Así, los versos costumbristas trazan su pauta sensible instalando escenarios donde se mide el tiempo y el acontecer humano con imágenes tan sensoriales que duele su volatilidad al querer asirlas. Nos cuenta cuando las aguas del arroyo Maciel a cielo abierto desprendían frescura hacia el verano caliente. Y nos interpela al despedir al amigo luchador en el homenaje realizado en la Sociedad de Fomento “Florentino Ameghino, barrio de Entre Vías mi lugar en el mundo, allí nació la historia”: una historia con ese entrañable compañero al que dice adiós surgida al calor del codo a codo del fomentismo, lides que reservan a los compañeros lo mejor de la amistad. El libro alterna poesías con relatos cuyas tramas de franca humorada y un lirismo nostálgico construyen sentido en la solidaridad y la vida compartida. Parisi escribe del lado de la luz sin maquillaje que suprima el dolor ante las grandes desigualdades sociales. Cuando regresa a su propio mundo de la infancia tampoco viaja solo: junto al patio de la casa que lo vio nacer las figuras imborrables de su padre y de su madre emergen en el quehacer de los mil artilugios para sostener la diaria familiar.