Quizás lo que defina la obra poética de Néstor Proveyer Derich (1955, Morón, Ciego de Ávila, Cuba) no sea necesariamente su estructura técnica, ni sus vuelos metafóricos, ni las asonancias melódicas que lleva el verso encabalgado. Lo que mejor logra Proveyer en sus poemas es su honestidad, la hondura profunda de un alma tan desgarrada como libre, auténtica, desnuda y desprovista de prejuicios que puede ir desde el delirio más desorbitante (ya lo dijo el Apóstol: “amor cuerdo no es amor”) hasta el grito social por los desamparados de la buena mano de Dios. Hay en su poesía toda una morfología rítmica, con una cadencia acentuada implicando cierta musicalidad interna donde el poeta juega entre la memoria y los sujetos vivenciales, entre los recuerdos arraigados y la necesidad expresiva a un tono de redonda cubanía.

Acercándonos Ediciones se complace en presentar la obra de un poeta cubano, inscrito en la generación de los 80, pródiga en grandes artistas en todas las esferas del arte y la literatura en la isla, época que todavía hoy se evoca con nostalgia y pasión.


Néstor Proveyer Derich lleva en su alma un arsenal de vida donde Cuba, su país natal, es definitivamente su música de fondo, su ecocardiograma vital, su esencia cultural que le brota a granel en cada verso donde lo mismo evoca a una mujer y el desatino que produce el amor, rememora al Benny, sonea con los Van Van o simplemente se convierte en fértil raíz de donde le nace la poesía que lo consagra con voz propia, mientras un trago a mano nos sirve a todos a brindar en nombre de la amistad. Poeta de extraordinaria lucidez y apremiante delirio, este libro hará que nos enjuaguemos más de una lágrima, sin importarnos ya, de qué color será esa gota de cristal.